Una antigua zona en ruinas que podría volver a atraer capital extranjero
15/05/2025 - ⏱️ 2 min
Un anuncio desde Washington que podría reactivar uno de los mercados más olvidados del planeta
Durante años, fue sinónimo de destrucción, exilio y guerra. Siria, devastada por más de una década de conflicto armado, había desaparecido del radar de los inversores internacionales. Ciudades enteras convertidas en escombros, infraestructuras básicas arrasadas, población dispersa por medio mundo. Nadie imaginaba que ese escenario pudiera cambiar en el corto plazo.
Hasta ahora.
En una rueda de prensa que ha pasado más desapercibida de lo que merece, el expresidente Donald Trump —ahora firme aspirante a regresar a la Casa Blanca en las elecciones de noviembre— ha anunciado su intención de levantar las principales sanciones económicas a Siria si vuelve al poder. Su mensaje: “es hora de reconstruir, no de castigar”.
Aunque por el momento se trata de una promesa de campaña, los mercados no han tardado en reaccionar. Varios medios estadounidenses, entre ellos BBC Mundo y Financial Times, confirman que grupos de inversión en infraestructuras, empresas de ingeniería civil y fondos de reconstrucción están analizando ya escenarios de entrada progresiva.
Y detrás de todo eso, aparece un actor que no suele tardar en llegar: el capital inmobiliario.
¿Reconstrucción o especulación? El ladrillo como indicador de cambio
Cada vez que un país sale de un conflicto, el proceso de reconstrucción empieza, inevitablemente, por el suelo. Se necesitan viviendas, hospitales, escuelas, centros logísticos, carreteras. Y donde hay necesidades básicas, hay oportunidades para el inversor dispuesto a asumir riesgo.
En el caso de Siria, el margen de actuación es gigantesco: más del 60 % del parque inmobiliario del país fue dañado total o parcialmente, según datos de la ONU. Ciudades como Alepo, Homs o Deir ez-Zor siguen mostrando cicatrices urbanas visibles desde el satélite. Pero también presentan el mayor potencial de valorización inmobiliaria de toda la región.
En ese sentido, la posible retirada de sanciones no es solo un gesto político. Es una señal de apertura al capital internacional que podría desencadenar una nueva ola de inversión en Oriente Medio, especialmente desde países del Golfo, Turquía, China y, quizás, Europa.
¿Quién invertirá primero?
Históricamente, las grandes potencias no han sido las primeras en reconstruir. Lo han sido las empresas con redes locales, los fondos de riesgo con experiencia en entornos postconflicto y, cada vez más, plataformas que conectan pequeños inversores con proyectos concretos.
En este nuevo escenario, se habla ya de:
- Reconstrucción de zonas residenciales en Damasco y Homs, con apoyo financiero del Líbano y de fondos privados turcos.
- Planificación de corredores logísticos en la frontera con Irak, vinculados a la Ruta de la Seda impulsada por China.
- Rehabilitación de complejos turísticos costeros, especialmente en Latakia, de cara a atraer turismo ruso y árabe.
- Planes piloto de vivienda accesible en barrios periféricos, con financiación en estudio por parte de ONGs y consorcios de inversión social.
Todos estos proyectos implican una fase inicial de inversión inmobiliaria intensiva: adquisición de suelo, desarrollo de vivienda básica, reconstrucción urbana. Y en todos ellos, los precios parten de mínimos históricos.
¿Y qué tiene que ver esto con el inversor europeo?
Más de lo que parece. Aunque Siria esté lejos, los ciclos globales de reconstrucción siempre han tenido un efecto en cadena. Primero, porque muchos de los materiales de construcción se compran a proveedores europeos. Segundo, porque muchas constructoras y gestoras de proyectos españolas, italianas y francesas ya han operado en zonas similares (Irak, Libia, Afganistán). Y tercero, porque el capital no conoce fronteras: lo que hoy se invierte en Siria, mañana puede rotarse hacia mercados más estables con rentabilidad consolidada.
Además, este tipo de anuncios suelen marcar un cambio de percepción geopolítica. Y cuando se reduce el riesgo país —aunque sea de forma temporal o parcial—, se activa el radar de los inversores institucionales. Lo que empieza con urbanismo básico puede acabar en desarrollos comerciales, parques logísticos y promoción residencial para retornados.
Riesgo alto, pero oportunidades reales
No hay duda: invertir en un país que aún vive bajo tensiones internas y con heridas abiertas no es para cualquiera. Pero también es cierto que las grandes oportunidades de transformación urbana en las últimas décadas —Vietnam, Colombia, Croacia, Serbia— nacieron en contextos de posguerra.
Siria, si se abre al capital extranjero, ofrece tres elementos muy poco habituales:
- Suelo barato a gran escala.
- Demanda latente de millones de personas desplazadas.
- Un contexto geográfico estratégico entre Asia y el Mediterráneo.
Quien entre primero, asumirá más riesgo, pero también tendrá más poder de negociación y posicionamiento estratégico.
Conclusión: cuando los ladrillos pesan más que las palabras
Aún es pronto para saber si la promesa de Trump se convertirá en realidad. Pero el solo hecho de que se haya formulado ya ha puesto en marcha los engranajes de una nueva narrativa sobre Siria. Una que habla de reconstrucción, inversión inmobiliaria y oportunidades a largo plazo.
En MVI, seguimos de cerca este tipo de señales. Porque aunque hoy parezcan lejanas, mañana pueden mover capital, definir agendas y transformar territorios.
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