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España necesita un pacto de Estado para crecer mejor y distribuir más

09/06/2025 - ⏱️ 2 min

Productividad: el talón de Aquiles estructural

España ha demostrado en los últimos años una notable resiliencia macroeconómica. El crecimiento del PIB, la evolución del empleo y la atracción de inversión extranjera directa han sorprendido al alza, incluso frente a economías del entorno. Sin embargo, bajo esta superficie se oculta una fragilidad persistente: el estancamiento de la productividad total de los factores.

Según datos del INE y de la OCDE, mientras el PIB per cápita ha mejorado desde 2014, la productividad laboral apenas ha crecido. Esta desconexión entre crecimiento y eficiencia pone en duda la sostenibilidad del modelo económico, sobre todo ante la retirada de los fondos europeos post-pandemia.

Jordi Sevilla, exministro y economista, advierte que “sin aumentos significativos en productividad, no es posible sostener ni una mejora en la competitividad internacional ni políticas ambiciosas de redistribución”.

La trampa fiscal y el diseño institucional

España cerró 2024 con un déficit público del 3,7 % del PIB, el mayor entre las grandes economías del euro. A pesar de un sistema fiscal teóricamente progresivo, los ingresos apenas superan el 38 % del PIB, lejos de Francia (47 %) o Alemania (44 %).

El problema no reside tanto en los tipos impositivos, sino en la baja eficacia recaudatoria, la proliferación de deducciones y la escasa tributación sobre grandes patrimonios y rentas altas. A ello se suma una arquitectura institucional fragmentada entre Estado y comunidades autónomas, que dificulta pactos fiscales estables y redistributivos.

El capital político: factor indispensable

Sevilla sostiene que los problemas actuales no son solo técnicos, sino eminentemente políticos. A diferencia de otros países europeos, España carece de una cultura de pactos de Estado. Reformas clave como la del mercado laboral, el sistema universitario o el modelo fiscal siguen postergadas por polarización y cortoplacismo.

Sin embargo, cuando se han alcanzado grandes acuerdos —como los Pactos de la Moncloa en 1977— España ha respondido con eficacia. Sevilla propone crear un nuevo “pacto de Estado para la productividad”, integrando a partidos, empresas, sindicatos y sociedad civil.

Europa mira de cerca

El debate no es solo nacional. Bruselas y Frankfurt observan si España puede mantener su crecimiento mientras reduce desequilibrios. Con el fin del soporte del BCE y el retorno de las reglas fiscales en la UE, la política económica española está bajo escrutinio.

El FMI y la Comisión Europea han advertido que sin mayor productividad y base fiscal, el margen ante futuras crisis será limitado. Un pacto de Estado ya no es solo deseable: es urgente.

Conclusión: el momento de actuar

España ha alcanzado un punto de inflexión. El crecimiento actual no oculta las debilidades estructurales. Las reformas necesarias —educación, I+D, sistema fiscal, eficiencia del gasto, sectores de valor añadido— son conocidas. Lo que falta es voluntad política.

Un pacto por la productividad y la equidad sería el primer paso para consolidar una transformación real. De lo contrario, el país seguirá creciendo sobre una base frágil que no garantiza ni competitividad ni cohesión social.

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