La inflación en España se mantiene en el 3,6 % en mayo y complica el calendario del BCE
10/06/2025 - ⏱️ 2 min
La energía y los alimentos mantienen la presión
El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha confirmado esta semana que la inflación interanual en España se situó en el 3,6 % en mayo, repitiendo la cifra de abril y consolidando una resistencia inflacionaria mayor de lo previsto por el mercado. El dato, que se mantiene por encima del objetivo del 2 % del Banco Central Europeo, refleja el peso persistente de la energía (+6,8 %) y los alimentos frescos (+5,2 %), que siguen tensionando el índice general.
La inflación subyacente —que excluye alimentos no elaborados y productos energéticos— también sorprendió al alza, al subir una décima hasta el 3,1 %, lo que refuerza las dudas sobre la velocidad de desaceleración de los precios en la segunda mitad del año.
Una moderación más lenta de lo esperado
Aunque el INE señala que se ha producido una ligera contención en los bienes industriales, el encarecimiento de productos como carburantes, electricidad, carne, frutas y legumbres ha mantenido la presión sobre el IPC. El aumento de la demanda turística y el ajuste de márgenes por parte de empresas en sectores clave también contribuyen a sostener precios altos en servicios.
Los analistas coinciden en que la inflación se está mostrando más estructural que transitoria, especialmente en determinados componentes ligados al consumo interno y a la cadena agroalimentaria. Además, el fin de muchas de las medidas fiscales aplicadas en 2022–2023 (bonificaciones eléctricas, rebajas del IVA) está provocando efectos escalonados en el índice.
Implicaciones para la política monetaria
El dato español contrasta con una ligera mejoría en la zona euro (inflación del 2,6 % en mayo), lo que complica el escenario para el BCE. Aunque el organismo con sede en Frankfurt recortó tipos en su reunión del 6 de junio —del 4,5 % al 4,25 %—, las perspectivas de nuevas bajadas en 2025 pierden fuerza si las economías periféricas no muestran señales claras de desinflación sostenida.
Varios miembros del Consejo de Gobierno, entre ellos el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, han advertido esta semana que “la senda futura de tipos dependerá enteramente de los datos”. En este contexto, una inflación española por encima del 3 % puede frenar o incluso revertir la expectativa de nuevas reducciones antes de fin de año.
Consumo y salarios, los nuevos focos de atención
El informe del INE muestra además que los hogares están percibiendo con mayor claridad el deterioro del poder adquisitivo. Las encuestas de confianza del consumidor apuntan a una caída en la disposición al gasto, especialmente en bienes duraderos, restauración y ocio. Esta contracción de la demanda interna podría frenar el crecimiento del PIB en el segundo semestre.
En paralelo, los salarios pactados en convenios colectivos han subido un 3,3 % hasta mayo, lo que se acerca peligrosamente a la inflación subyacente. Aunque todavía no hay indicios de una espiral precios-salarios, el diferencial se estrecha y puede forzar nuevas revisiones de previsiones de inflación para 2025.
Conclusión: inflación persistente, incertidumbre prolongada
España se enfrenta a una inflación que, si bien ha descendido desde los picos de 2022, se resiste a normalizarse al ritmo deseado por los mercados y los bancos centrales. La presión sobre la cesta básica, combinada con una economía aún sólida, refuerza los componentes inerciales del IPC.
Las implicaciones son claras: el margen de maniobra del BCE se reduce, el ajuste monetario será más lento y la política fiscal volverá a estar en el centro del debate. La estabilidad de precios ya no se da por sentada.
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