España cumple 40 años en la Unión Europea: de periferia económica a pilar político del bloque
16/06/2025 - ⏱️ 2 min
Desde su adhesión en 1985, el país ha multiplicado por cuatro su renta per cápita, ha modernizado su infraestructura y se ha convertido en uno de los Estados clave en la arquitectura europea.
Este mes de junio se cumplen cuatro décadas desde la entrada de España en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE), un hito que marcó el inicio de la transformación más profunda en la historia económica, social e institucional del país. El aniversario llega en un momento de consolidación geopolítica para España dentro de la Unión Europea (UE), cuando ya no se la percibe como un socio periférico receptor de ayudas, sino como un actor de peso en la toma de decisiones clave del bloque.
Desde su adhesión oficial el 1 de enero de 1986, España ha experimentado una transformación sin precedentes: la renta per cápita se ha multiplicado por cuatro, se ha integrado en el euro, ha presidido el Consejo en cinco ocasiones y ha pasado de ser un país netamente receptor de fondos europeos a aportar soluciones políticas e institucionales en ámbitos como migración, defensa y cohesión territorial.
Una evolución económica estructural
En 1986, el PIB per cápita en España era de 6.300 euros (constantes), frente a los más de 27.000 euros actuales, según datos de Eurostat. Esta evolución no ha sido lineal, ni exenta de crisis —como la recesión de 1993, el estallido inmobiliario de 2008 o la pandemia en 2020—, pero la tendencia estructural es clara: convergencia progresiva con el núcleo europeo, aunque aún persisten diferencias significativas con países como Alemania o Países Bajos.
La infraestructura física y tecnológica del país también ha experimentado una modernización acelerada, en gran parte gracias a los fondos estructurales y de cohesión. La red ferroviaria de alta velocidad, los corredores logísticos y la digitalización de la administración pública son algunos de los legados tangibles de las últimas décadas de integración.
Según cálculos del Ministerio de Asuntos Exteriores, España ha recibido en total más de 230.000 millones de euros en transferencias netas desde Bruselas desde su adhesión, y en el actual marco financiero 2021–2027 se espera que reciba otros 85.000 millones, incluyendo fondos del plan Next Generation EU.
De receptor pasivo a impulsor estratégico
Pero más allá de los fondos, España ha evolucionado hacia un papel político más proactivo. La reciente presidencia rotatoria del Consejo de la UE (julio–diciembre 2023) fue valorada como “eficaz, ambiciosa y constructiva” por parte de las instituciones europeas, y marcó un punto de inflexión en la percepción del país como intermediario confiable entre el sur y el norte del continente, así como entre Europa y América Latina.
España lidera actualmente propuestas en materia de autonomía estratégica europea, transición energética y fiscalidad digital. Asimismo, ha sido clave en los debates sobre el reparto de los fondos de recuperación, la respuesta común a la inflación energética tras la guerra en Ucrania y la ampliación hacia los Balcanes occidentales.
En términos de opinión pública, el proyecto europeo mantiene un respaldo mayoritario en la población española. Según el último Eurobarómetro (junio 2025), el 75 % de los ciudadanos considera que la pertenencia a la UE es positiva, muy por encima de la media comunitaria (61 %).
Una posición privilegiada ante los desafíos del siglo XXI
La conmemoración de estos 40 años llega en un contexto de grandes desafíos para Europa: el retorno de la tensión geopolítica global, la redefinición de la política industrial común, la transición verde y la transformación digital.
España, con una economía abierta, una sociedad europeísta y una posición estratégica en el sur del continente, se presenta como un actor relevante en todos estos frentes. Su protagonismo en sectores como las renovables, la logística transatlántica, el turismo de alto valor añadido y la digitalización regulada la colocan en el radar de socios como Francia, Alemania y la Comisión Europea.
“España es hoy una potencia política europea de primer orden. Ya no se trata de integrarse en Europa, sino de codiseñarla.” — Charles Michel, presidente del Consejo Europeo
Cuatro décadas después de aquel ingreso histórico, el balance no es solo económico o institucional: es civilizacional. De país en transición democrática a pieza estable de la arquitectura europea del siglo XXI.
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