El mayor problema de los españoles, según el CIS… y no es la política
15/05/2025 - ⏱️ 2 min
Una preocupación que crece en silencio y que ya supera al paro, la economía y la corrupción
No hace tanto, si uno preguntaba en la calle por los mayores problemas del país, las respuestas eran previsibles: el desempleo, los sueldos bajos, la corrupción, la crispación política. Pero algo ha cambiado. En la última encuesta del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), publicada ayer, hay un nuevo protagonista en la cima del ranking: la vivienda.
Sí, por encima incluso del paro o de la situación política. Para una sociedad históricamente obsesionada con el ladrillo, que ha convertido la propiedad en símbolo de estabilidad, este dato no es solo estadístico. Es cultural. Es generacional. Y es económico.
Porque detrás de esa respuesta —“la vivienda es el principal problema”— se esconde mucho más que el precio de los pisos. Se esconde una frustración acumulada, una falta de soluciones estructurales y una brecha cada vez mayor entre lo que cuesta vivir y lo que se puede pagar.
Cuando el sueño de la casa propia se convierte en una trampa de alquiler
En los últimos cinco años, el acceso a la vivienda en España se ha tensionado como no se veía desde la burbuja del 2008. Pero a diferencia de entonces, el problema no es una sobreoferta especulativa, sino todo lo contrario: una escasez estructural de oferta accesible.
El alquiler, lejos de ser una solución de paso, se ha convertido en una trampa para muchos jóvenes y familias. En ciudades como Barcelona o Madrid, el precio medio del alquiler supera los 1.200 € mensuales. Para una pareja con ingresos netos de 2.500 €, eso supone destinar más del 45 % solo a pagar techo.
Y comprar tampoco es fácil. A pesar de la desaceleración moderada en el precio de la vivienda nueva, el esfuerzo financiero para acceder a una hipoteca sigue siendo altísimo: más del 30 % de la renta en la mayoría de provincias. La situación se complica aún más por el encarecimiento de los tipos de interés, que ha reducido la capacidad de endeudamiento de muchas familias.
Una herida que afecta al mercado… y a la sociedad
El mercado inmobiliario español está empezando a mostrar señales de saturación en la demanda solvente. Los promotores tienen dificultades para colocar viviendas por encima de ciertos precios. Los inquilinos abandonan zonas centrales y buscan opciones más alejadas. Los bancos exigen mayores garantías y reducen el volumen de crédito.
Pero más allá del mercado, el problema es social. Sin acceso asequible a la vivienda, se retrasa la emancipación, se frena la natalidad, se complica la movilidad laboral y se incrementa la desigualdad territorial.
Y lo más preocupante: se rompe un pacto implícito que llevaba décadas vigente en España. La idea de que “si te esfuerzas, podrás tener tu casa”. Hoy, para muchos, eso suena a promesa incumplida.
¿Por qué no se soluciona?
La respuesta no es sencilla. Parte del problema está en la lentitud administrativa para liberar suelo, en la falta de vivienda pública de alquiler, en la presión turística en ciertos barrios, en la concentración de vivienda en manos de grandes tenedores o fondos, y también —por qué no decirlo— en la visión cortoplacista de muchas políticas públicas.
Cada Gobierno anuncia planes, bonos o ayudas. Pero ninguna medida parece tener la escala ni la continuidad necesarias. La realidad es que España construye menos vivienda de la que necesita, y la que se construye rara vez responde a la demanda real: pisos bien ubicados, con precios asumibles y sin costes ocultos.
Desde el lado de la inversión, muchos proyectos interesantes no consiguen financiación suficiente por trabas regulatorias o inseguridad jurídica. Y eso termina afectando también a quienes están dispuestos a apostar por soluciones alternativas como build-to-rent, coliving o vivienda modular.
Inversión inmobiliaria con propósito: una vía aún poco explorada
En este contexto, hay una oportunidad: repensar la inversión inmobiliaria no solo como negocio, sino como herramienta para generar impacto real. La combinación de capital privado, nuevas tecnologías (como la tokenización), y estructuras más ágiles podría permitir financiar promociones que hoy no despegan, rehabilitar inmuebles vacíos o promover alquiler social con rentabilidad sostenible.
El problema de la vivienda no se resolverá con parches. Pero tampoco se resolverá sin inversores comprometidos, sin promotores innovadores y sin plataformas que conecten ambas partes. Porque si algo nos muestra esta encuesta del CIS es que la ciudadanía está esperando soluciones. Y no las está encontrando.
Conclusión: cuando una encuesta revela una urgencia nacional
Que la vivienda sea hoy el problema que más preocupa a los españoles no es una casualidad. Es el reflejo de años de desconexión entre la oferta y la demanda real. Y también una llamada de atención a quienes tenemos la capacidad de actuar: desde lo público, desde lo privado y desde la inversión.
En MVI creemos que la inversión inmobiliaria también puede ser parte de la solución. Por eso apostamos por proyectos con impacto real, bien estructurados, accesibles desde 10 € y con potencial de transformar barrios, ciudades y vidas.
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