El mercado de segundas residencias revive en la Costa Brava: ¿ha vuelto el apetito internacional?
20/05/2025 - ⏱️ 3 min
Después de años de moderación, incertidumbre económica y cambios en los patrones de movilidad, la Costa Brava vive un renacimiento inmobiliario, especialmente en el segmento de segundas residencias orientadas a comprador internacional. Municipios como Begur, Calella de Palafrugell, Llafranc o Tamariu vuelven a registrar un aumento significativo de la demanda extranjera, acompañado de subidas de precios sostenidas y una reducción del stock disponible.
Según datos publicados por Idealista (mayo 2025) y confirmados por agencias locales, las búsquedas de compradores internacionales han crecido un 18 % interanual en el primer trimestre de 2025, y el número de operaciones cerradas ha superado los niveles prepandemia. Todo apunta a que el “refugio mediterráneo” ha vuelto a estar en el radar de compradores europeos de alto poder adquisitivo.
Cambio de perfil: del turista ocasional al comprador estable
La demanda actual ya no proviene solo del comprador vacacional tradicional. Muchos compradores están buscando una segunda residencia con vocación de semipermanencia, ya sea para teletrabajar estacionalmente, pasar largas estancias o alquilarla en periodos concretos. Esto ha dado lugar a un nuevo perfil de comprador europeo —especialmente francés, alemán, belga y neerlandés— que busca inmuebles con buena conectividad, acabados de alta calidad, servicios cercanos y potencial de revalorización.
Las zonas más demandadas combinan entorno natural, oferta gastronómica, seguridad jurídica y restricciones urbanísticas que limitan el riesgo de sobreconstrucción. En lugares como Sa Riera o Aiguablava, la escasez estructural de oferta está presionando los precios al alza, favoreciendo el interés por promociones nuevas y rehabilitaciones de alto nivel.
Una oportunidad para el inversor digital
El resurgimiento del mercado de segundas residencias en la Costa Brava también abre una puerta al inversor minorista digital, que tradicionalmente no tenía acceso a este tipo de activo. Varias plataformas han comenzado a estructurar oportunidades fraccionadas en villas, apartamentos turísticos y propiedades singulares ubicadas en zonas prime del litoral gerundense, permitiendo participar en tickets desde 10 € a 1.000 €.
La inversión fraccionada en estas propiedades ofrece al inversor exposición a:
- Ingresos por alquiler vacacional, en mercados con alta ocupación y precios elevados por noche.
- Revalorización del capital, dada la estabilidad de los precios en zonas de alta demanda y suelo limitado.
- Diversificación internacional, al captar rentas en euros de un mercado muy demandado por extranjeros.
Además, muchas de estas oportunidades están estructuradas mediante SPVs con gestión profesionalizada, lo que reduce la carga operativa y legal para el inversor final.
La tecnología facilita el acceso y la gestión
El auge de modelos tokenizados y plataformas de inversión curada ha democratizado el acceso a activos antes exclusivos de family offices o compradores directos. La utilización de infraestructuras digitales para la inversión, la documentación legal, la distribución de dividendos y la eventual venta de participaciones, ha permitido que este tipo de producto se adapte perfectamente al inversor digital que busca activos reales con lógica patrimonial.
Algunas plataformas están incluso incorporando elementos de uso personal del activo (derecho de disfrute parcial), combinando inversión con uso y generando un modelo híbrido entre rentabilidad y estilo de vida.
¿Sostenibilidad o burbuja?
Aunque los precios han subido, los expertos descartan por ahora una burbuja especulativa, debido a la baja rotación, el carácter finalista de la demanda y la escasa exposición bancaria. La mayoría de las operaciones se realizan con poco apalancamiento, y muchas compras se cierran al contado por parte de compradores internacionales que buscan protección frente a la inflación o una diversificación geográfica de su patrimonio.
El reto a medio plazo estará en el equilibrio entre sostenibilidad turística, acceso local a la vivienda y preservación del paisaje, aspectos que ya están siendo objeto de debate en los municipios afectados.
En todo caso, el repunte de la Costa Brava como destino residencial no es solo una moda estacional, sino una señal estructural del nuevo ciclo inmobiliario postpandemia, donde la calidad de vida, la seguridad jurídica y la conectividad priman sobre la mera especulación.
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