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China lanza estímulos selectivos para rescatar su mercado inmobiliario: liquidez, compras estatales y apoyo a promotores clave

05/06/2025 - ⏱️ 2 min

El mercado inmobiliario chino atraviesa su peor crisis estructural en décadas. Tras los colapsos de Evergrande, Country Garden y otras grandes promotoras, el Gobierno de Xi Jinping ha lanzado un paquete de estímulo dirigido a estabilizar el sector sin fomentar una burbuja artificial. El plan, presentado en mayo y bautizado como “Program for Housing Stability”, combina compras públicas de inventario, líneas de crédito especiales y alivio regulatorio temporal.

El epicentro de las medidas es la intervención estatal en viviendas sin vender: bancos públicos como el Agricultural Bank of China y el ICBC han comenzado a adquirir stock de viviendas residenciales en ciudades de segundo y tercer nivel para reconvertirlas en alquiler público, residencia estudiantil o vivienda social. Se estima que el volumen comprometido en esta operación alcanza los 1,4 billones de yuanes (unos 180.000 millones de euros), según cifras del Ministry of Housing and Urban-Rural Development.

“No se trata de rescatar promotores fallidos, sino de absorber riesgo sistémico y evitar un colapso de confianza en los hogares chinos”, declaró en rueda de prensa el viceministro de Vivienda, Ni Hong.

Reapertura parcial del crédito a promotores estratégicos

Además de las compras directas, el Gobierno ha activado líneas de financiación específica —bajo supervisión estatal— para promotoras que cumplan ciertos requisitos de solvencia y volumen de proyectos en marcha. El objetivo es completar viviendas en curso, evitar impagos generalizados en la cadena de suministro y restablecer la credibilidad del sector.

La medida rompe con la política de restricciones estrictas (“las tres líneas rojas”) que Pekín impuso entre 2020 y 2022 para controlar el apalancamiento. Sin embargo, el nuevo enfoque no supone una liberalización total: los fondos se canalizan bajo estructuras condicionadas y orientadas a proteger la estabilidad social, más que a incentivar nueva construcción.

El Banco Popular de China ha bajado también ligeramente los tipos de referencia hipotecarios para compradores primerizos, con el objetivo de estimular una demanda selectiva, sin alentar la especulación. La tasa preferencial a cinco años se sitúa ahora en el 3,85 %, la más baja desde 2020.

Reacción de los mercados y cautela internacional

Los índices bursátiles del sector inmobiliario chino subieron entre un 8 % y un 12 % en los días posteriores al anuncio, pero analistas de Goldman Sachs y Nomura advierten que el efecto podría ser limitado. Las medidas atacan el riesgo de crédito, pero no resuelven el problema estructural de exceso de oferta y envejecimiento de la demanda.

“China está aplicando una cirugía de estabilización. No busca revivir el boom inmobiliario, sino evitar una implosión financiera”, resume Yuting Zhang, estratega en HSBC Hong Kong.

Desde el punto de vista internacional, los grandes fondos de inversión con exposición al real estate chino —como Blackstone, GIC o Temasek— mantienen posiciones muy prudentes. El temor a regulaciones imprevisibles, sumado a la incertidumbre sobre la demanda doméstica a largo plazo, hace que el capital extranjero se mantenga alejado del sector residencial, aunque muestra interés creciente por activos logísticos y centros de datos, mucho menos expuestos al ciclo demográfico.

Implicaciones globales: ¿se reordena el capital inmobiliario?

El proceso de desinversión extranjera en el inmobiliario chino continúa desde 2021. Sin embargo, el nuevo enfoque de estabilización podría tener un efecto indirecto positivo sobre otras regiones. Parte del capital que abandonó China en busca de seguridad (EE. UU., Europa, Singapur) podría volver a considerar Asia si el país logra contener su crisis sin mayores sobresaltos.

Además, el giro político de Pekín —más pragmático y menos ideológico— mejora el clima de confianza para el resto del sector empresarial. El real estate, que representa en torno al 25 % del PIB chino, era el último gran obstáculo pendiente para consolidar un nuevo modelo de crecimiento basado en tecnología, servicios y consumo interno.

China ha optado por un rescate quirúrgico de su mercado inmobiliario, que no relanza el ciclo expansivo pero sí previene una crisis mayor. La combinación de intervención estatal selectiva, líneas de crédito restringidas y compras públicas estratégicas apunta a un nuevo paradigma de planificación financiera mixta. El real estate chino ya no será motor de crecimiento, pero sí termómetro de estabilidad nacional.

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