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Barcelona desbloquea nuevos suelos para vivienda asequible en los antiguos cuarteles de Sant Andreu y La Sagrera

26/05/2025 - ⏱️ 4 min

El Ayuntamiento de Barcelona ha anunciado esta semana la activación de más de 140.000 metros cuadrados de suelo urbanizable en los barrios de Sant Andreu, Bon Pastor y La Sagrera, que permitirán construir alrededor de 1.500 nuevas viviendas, la mayoría bajo régimen de protección oficial. Se trata del mayor desbloqueo de suelo residencial en la ciudad desde la aprobación del Plan de Barrios en 2017 y representa un giro estratégico del consistorio hacia la colaboración público-privada en la promoción de vivienda asequible.

Las actuaciones se concentran principalmente en terrenos históricamente infrautilizados, como los antiguos cuarteles de Sant Andreu, zonas anexas a las cocheras de TMB y parcelas del ámbito de la estación intermodal de La Sagrera. La transformación de estos espacios se enmarca en la estrategia del nuevo gobierno municipal liderado por Jaume Collboni, que ha optado por una política más pragmática que la de su predecesora, priorizando la movilización de suelo público para facilitar el acceso a la vivienda sin deteriorar la viabilidad económica de los proyectos.

Según fuentes del área de Urbanismo, los nuevos desarrollos combinarán vivienda pública de alquiler, cooperativas en cesión de uso y proyectos concertados con promotores privados, bajo un modelo de cesión de superficie a 75 años. El objetivo es mantener los precios por debajo del 60 % del mercado libre y atraer inversión institucional interesada en retornos estables con impacto social.

Las implicaciones para el mercado inmobiliario barcelonés son significativas. En una ciudad donde el precio del suelo representa más del 40 % del coste total de promoción y donde la escasez de suelo finalista ha lastrado el crecimiento del parque de vivienda en los últimos cinco años, este desbloqueo representa una oportunidad estructural. Para los inversores, abre la puerta a operaciones en ubicaciones urbanas consolidadas, con demanda latente y respaldo institucional.

Algunas gestoras como Culmia, Ametller Projectes y la cooperativa Sostre Cívic ya han mostrado interés por liderar los primeros desarrollos. Desde el sector privado se valora positivamente el enfoque mixto del plan. “Lo importante es que se garantice seguridad jurídica, márgenes razonables y una ejecución ágil. Hay capital dispuesto a entrar si se cumplen esas tres condiciones”, afirma un portavoz de APCE Cataluña.

El plan incluye también incentivos fiscales y urbanísticos, como bonificaciones del ICIO (Impuesto sobre Construcciones) y reducciones en las cesiones obligatorias a cambio de compromisos de gestión a largo plazo. Estos mecanismos buscan hacer viable económicamente un tipo de promoción que en otras circunstancias resultaría poco atractiva para el capital profesional.

A nivel macroeconómico, el desbloqueo coincide con un entorno favorable para este tipo de activos: los tipos de interés empiezan a mostrar señales de relajación, y la presión regulatoria en otros mercados europeos refuerza la competitividad relativa de Barcelona como destino inversor. Además, el retorno de los flujos migratorios y la recuperación del empleo juvenil añaden demanda estructural en los segmentos objetivo del plan.

No obstante, persisten ciertos riesgos: la lentitud administrativa, la fragmentación de la propiedad en algunas parcelas y la posibilidad de contestación vecinal en barrios históricamente tensionados podrían ralentizar la ejecución de los proyectos. Además, el historial reciente de Barcelona en materia urbanística genera dudas entre algunos operadores internacionales sobre la estabilidad normativa a medio plazo.

Con todo, el balance preliminar es optimista. Los nuevos suelos representan una vía concreta para aumentar el parque de vivienda asequible sin recurrir a restricciones de mercado ni intervenciones artificiales en los precios. El modelo de cesión de suelo a largo plazo, aunque todavía incipiente, podría consolidarse como una fórmula eficaz de colaboración entre administración e inversores con visión patrimonialista.

En un contexto europeo marcado por la escasez de vivienda y el endurecimiento de la regulación, Barcelona ensaya así una vía intermedia entre intervención pública y disciplina de mercado. Si el modelo prospera, podría servir de referencia para otras capitales con problemas similares.

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